"LA NORMA Y LA MUERTE"

Hace unos años, en una de las tantas inundaciones que sufrió la ciudad, varios ancianos murieron en un geriátrico. Inmediatamente el Gobierno de la Ciudad envió una banda de diligentes inspectores a recorrer todos los geriátricos de la Ciudad para verificar sus condiciones de seguridad. Varios fueron cerrados, otros fueron multados y algunos intimados, acta mediante, a realizar urgentes reformas.

Hace algo más de un año, el incendio de la Disco Cromagnon dejo 196 victimas fatales. Nuevamente el Gobierno de la Ciudad mando a sus hombres a escudriñar cuanto local de entretenimiento hubiese en la ciudad para exigir el cumplimiento de las normas de seguridad que regulan esos sitios.

Hace unos días, el incendio de un Taller-Prisión dejo varios ciudadanos Bolivianos carbonizados, incluyendo cinco o seis niños. Y, nuevamente, el Jefe de la Ciudad, con el ceño adusto y voz severa, envió a los adalides de la vigencia normativa a las calles.

Admirable accionar de las autoridades. Cierto. Pero también es cierto que en todos los casos las normas que regulaban esas actividades ya estaban vigentes antes de que la muerte se hiciera presente.

¿Es siempre necesario que sea la Muerte la que articula la vigencia formal de la norma con su vigencia efectiva?

Quizás la verdadera pregunta es por la relación entre Norma, Muerte y Gestión. En los casos que señalamos fue la Muerte la encargada de actualizar la vigencia de la norma; actualizar, decimos, en el sentido fuerte: poner en acto. Así, entre la potencia y el acto, entre la norma promulgada y su aplicación, ha sido necesaria la mediación de la Muerte.

Pero este espacio de mediación es precisamente la razón de ser de las autoridades. Son estas las que deben actualizar constantemente la vigencia de las normas… o lo hará la Muerte.

Sin embargo aunque seria fácil limitar la responsabilidad a las autoridades no seria justo. Ellos no operan en un vació social. La sociedad civil también sabia de la existencia de geriátricos de horror, de locales dudosos, de talleres-prisión. Lo sabía porque muchas veces estos temas estuvieron en los medios. Lo sabíamos y no exigimos. Otra ausencia, esta vez, quizás más grave.

Los griegos usaban el termino bios para referirse a la vida (de allí biológico, biosfera, etc.). Pera este bios, esta vida era la vida de la polis, de la ciudad; su modo de vivir en comunidad sobre un sistema de valores y normas. Así, si todos sabíamos que las situaciones que describimos arriba existían y nunca exigimos que se corrijan, que las normas se actualicen, podríamos pensar que nuestra bios, nuestro modo de ser en conjunto, se fundamenta en la indiferencia hacia el otro.

Los gobernantes son responsables de estas muertes, no hay duda, pero nosotros, la sociedad civil, también lo somos y quizás lo somos en un grado aun mayor, ya que ellos solo existen porque los elegimos y solo expresan la sociedad que somos.

Mag. Raúl Aragón
Director del Programa de Estudios de Opinión Pública.
Universidad Abierta Interamericana.
[email protected]

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Fecha de publicación: 07/01/2005
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